ANIMO, LEVANTATE

Miercoles 17 de septiembre del 2025

Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que acababan de enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores.»  Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: «Joven, yo te lo mando: levántate.» Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.  (Lucas 7:12-15)

MI REFLEXION:

En Lucas 7:12-15 vemos a una mujer sumida en la desesperanza: viuda y ahora perdiendo a su único hijo. Para ella ya no había salida, no había futuro, ni quien la sostuviera. La vida parecía cerrarle todas las puertas. Así mismo nos pasa cuando la fe se apaga en nosotros y creemos que ya nada puede cambiar.  Pero Jesús aparece en medio de la procesión de dolor. Él no fue llamado, simplemente vio, se compadeció y actuó. Esa mirada compasiva nos recuerda que Jesús también se acerca a nuestras lágrimas, incluso cuando no sabemos cómo pedir ayuda.  

El Señor toca el ataúd y dice una palabra: “Joven, levántate.” Y con solo esa orden, la vida regresa. Ahí está la enseñanza para nosotros: cuando dejamos entrar a Jesús en nuestra desesperación, su voz transforma lo imposible en posible.  Muchas veces nos hundimos en la falta de fe, pensamos que lo que está muerto en nuestra vida —un sueño, un proyecto, una relación, una esperanza— nunca volverá. Pero este pasaje nos dice que cuando Jesús habla, las cosas cambian.  Basta un toque suyo, una palabra suya, para que donde había luto florezca vida nueva.

Cuando sientas que tu fe se apaga y la desesperación te ahoga, recuerda que Jesús tiene autoridad sobre todo lo que parece imposible.   Él puede resucitar lo que tú das por perdido.  Solo confía, porque aunque tus ojos vean muerte, la voz de Jesús siempre trae vida.

Te dejo esta canción “Dios tiene el control”

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