Lunes 15 de septiembre del 2025
Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. (Timoteo 2:1-8)
MI REFLEXION:
Muchas veces nuestras oraciones se centran solo en lo que necesitamos o en lo que nos duele. Y está bien pedir por nosotros, pero este pasaje nos recuerda algo mucho más grande: la fuerza de orar por los demás. Cuando elevamos súplicas por nuestras familias, por nuestras parejas, por nuestros hijos, por los que nos gobiernan y aún por personas que quizás no comprendemos del todo, estamos sembrando paz. La oración no solo toca el corazón de quien la recibe, también transforma el nuestro.
En nuestras relaciones sentimentales, orar con fe por la otra persona fortalece los lazos. En lugar de exigir o reclamar, ponemos en manos de Dios lo que quizás nuestras palabras no pueden resolver. En la familia, orar unos por otros abre espacio a la comprensión y a la paciencia. Y en cuanto a nosotros mismos, la oración nos recuerda que no caminamos solos, que somos sostenidos y que la paz empieza en nuestro interior. La invitación de Pablo no es solo a orar, sino a hacerlo con gratitud y confianza, creyendo que si intercedemos los unos por los otros, podremos vivir en armonía, en alegría, en gozo y en paz. Porque la oración es un acto de amor silencioso que construye puentes donde a veces vemos muros.
Así que cada día, al levantar la voz en plegaria, recordemos que no solo pedimos por nuestras necesidades, sino también por la vida de quienes nos rodean. Y en esa cadena de oración, Dios va tejiendo una vida más llevadera, más ligera y más llena de su presencia. Por lo tanto hoy pongo en sus manos todas nuestras vidas, mi vida. Señor tu tienes el control de todo, pon todas las cosas, proyectos de vida, salud, hogares, sentimientos, TODO mi Dios, en un Orden Divino, conforme a tu voluntad. Amen. (Te invito a que tu tambien ores, haz tus propias peticiones)
Cierro con esta bellísima canción que me llega al alma “Hazme un instrumento de tu paz”