Miercoles 27 de agosto del 2025
En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre. (Salmo 138)
MI REFLEXION:
La hipocresía es como vivir con una máscara puesta. Por fuera mostramos sonrisas, palabras correctas, buenos modales, Fidelidad… pero por dentro llevamos envidia, rencor, orgullo o indiferencia. Y tarde o temprano esa doble vida pesa tanto que termina cayéndose por sí sola.
Jesús fue directo: “¡Ay de vosotros, hipócritas!” No lo dijo para condenar, sino para abrirnos los ojos: nadie puede engañar a Dios. Podemos engañar a la gente, incluso a nosotros mismos, pero delante del Señor no hay apariencias que valgan. La Hipocresía nos roba tres cosas en la vida: La paz interior, La confianza de los demás y la Relación con Dios. Ser sinceros, aunque duela, nos hace libres. La autenticidad puede incomodar a otros, pero nos mantiene con la conciencia limpia. Y cuando vivimos con transparencia, Dios puede trabajar en nosotros, sanar lo que está roto y transformar lo que necesita ser cambiado.
Por eso Jesús nos invita a ser reales, no perfectos. Reconocer errores, pedir perdón, ser coherentes entre lo que decimos y hacemos. La sinceridad no es debilidad; es la base de la fe verdadera. Porque Dios no bendice las apariencias, bendice la verdad del corazón. Y recuerda que Dios nos ama tal como somos.
Cierro con esta linda melodía