Viernes 20 de junio del 2025
«No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los destruyen, y donde los ladrones perforan las paredes y los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre los destruyen, ni los ladrones perforan las paredes ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.» (Mateo 6, 19-21)
MI REFLEXION:
Hoy en día es muy fácil caer en la trampa de las apariencias. Vivimos rodeados de marcas, de modas, de lujos que parecen definir quiénes somos. Nos preocupamos por tener el celular más nuevo, la ropa “de temporada”, el carro del año… Y en ese afán de «tener», muchas veces olvidamos el valor de «ser».
Jesús nos recuerda con claridad que todo lo material es pasajero. Lo que hoy brilla, mañana se daña o pierde valor. Lo que hoy envidian muchos, mañana puede ser reemplazado por algo “mejor”. Todo eso se queda aquí. Nada de eso nos acompaña cuando cerramos los ojos para siempre. ¿De qué sirve vestir de marca si el alma va desnuda de amor? ¿Para qué tener una casa lujosa si en el corazón hay vacío?
¿De qué vale aparentar una vida perfecta si por dentro hay amargura o resentimiento?
El verdadero tesoro no se compra. Es un corazón limpio, una conciencia en paz, un alma libre de odio, una vida vivida con amor y verdad. Ese es el tesoro que sí vale la pena acumular, el que va con nosotros más allá de esta vida. Así que no vivamos para aparentar. Vivamos para amar, para servir, para crecer interiormente, vivamos en sencillez. Porque al final, Dios no mirará la etiqueta de nuestra ropa, sino la pureza de nuestro corazón. Amen?
Cierro con esta bella canción “Al final”